Texts:

English

  Español
  Svenska
Photos: Show all
1  2  3  4  5  6  7  8  9  10
Sounds: Open Pop-Up
Maps: Jenin
Links: Jenin
Art work: Joret Ed Dahab means
the hole where one can search for gold
Our web sites: http://this.is/Equator
http://this.is/TheWall

Voces de Jenin
Las fotos que no tomé
Agua El nombre del río es Almuqtua`a, Non Continuous.
Viejos mapas y nuevas fronteras




Voces de Jenin

Un muchacho muy joven entra en la escuela bombardeada que en estos días funciona como la municipalidad provisoria de Jenin. Aquí se concentran todos los que vienen a pedir informaciones acerca de prisioneros y de muertos, a denunciar la pérdida de un ser querido. Estamos en el campo de refugiados de Jenin, que es el hogar temporario de los palestinos deportados en el año 1948, cuando se creó el estado de Israel.

Funcionarios palestinos escriben pacientemente largas listas de nombres. Normalmente deberían de estar en el edificio que hasta hace unos pocos días era la Municipalidad de Jenin, pero la municipalidad ycasi todos los otros edificios oficiales han sido destruídos por helicópteros Apache. El muchacho tiene el rostro tapado a medias con una máscara contra el polvo, igual a las que se usan en ciudad de México, en Paris y en Tokyo contra el smog. El lleva una bolsa de plástico marrón en la mano, con la mano libre se quita los guantes quirúrgicos desechables y los tira en la basura.

Quiere informar que en esa bolsa están una parte de los restos de un ser humano, él cree que se trata de Mohamed Toul, activo en el movimiento Jihad. Los fotógrafos fotografían la bolsa y su contenido, después de un momento desaparecen. Mi compañera de viaje le pregunta a Waleed, uno de nuestros guías, si no se pueden mandar los restos a algún lugar para hacer un análisis DNA y poder certificar los nombres de los muertos. Pero él sacude la cabeza y nos dice : «Aquí nos conocemos todos, sabemos la ropa que la gente usa, que gorra o que sweater usaban ese día. Esa es la manera palestina de identificar a los muertos, no es muy sofisticada, pero es la única que tenemos. »

Dormimos en un apartamento que funciona como una mezcla de dormitorio y oficina, mi compañera de viaje, la artista Cecilia Parsberg y yo, dormimos en dos camas estrechas con sábanas nuevas, que huelen a desinfectante. Cuando nos despertamos al otro día se levantan también los otros ocupantes de la casa, en un sofá un médico forense hindú, en un colchón en el suelo un osteólogo, en del baño sale un forense irlandés. Son todos miembros de la organización « Médicos por la Paz » (Physicians for Peace), han estado antes en Kosovo y en Sebrenica, desenterrado cadáveres, tomado pruebas, confirmado el sexo y la edad de los muertos. Creen que han llegado tarde a Jenin, que ya no hay mucho para hacer.

El centro del campo está pulverizado, un agujero tan grande como la superficie de tres estadios de fútbol lleno de ruinas ocupa el lugar que estaba antes ocupado por edificios de apartamentos, escuelas y un restaurang. Era la parte más pobre del campo. Del agujero sale un olor dulzón a cuerpos en descomposición. Nadie sabe con exactitud cuántos muertos han quedado atrapados debajo de las ruinas. Todas las máquinas excavadoras que estaban en el garaje de la Municipalidad han sido destruídas, al igual que las ambulancias. Un chofer se había llevado una excavadora a su casa, hoy es la única que queda. Jenin is el Ground Zero de Palestina, tan grande como las ruinas de las torres gemelas en Nueva York. Alrededor del agujero se juntan cientos de espectadores paralizados. Monjes tibetanos, políticos suecos, pacifistas norteamericanos, médicos franceses, maestros italianos y cineastas japoneses se mezclan con los gritos en árabe. Identifico una docena de idiomas diferentes.

Algunos han accedido a Jenin trepando la montaña que rodea el campo, evitando el cerco que los soldados israelíes mantuvieron alrededor del campo diez días. Otros llegaron hoy, manejando autos viejos y caminando kilómetros por los campos polvorientos. Trepando las colinas se me ocurre de que así debe de haber sido 1936, cuando Ernest Hemingway y tantos otros entraron de contrabando por los Pirineos, para luchar contra los fascistas en la Guerra Civil Española.

El doctor Rahed ha estado encerrado en el hospital de Jenin por casi veinte días, casi sin agua y con poca comida. La electricidad se terminó en el tercer día del bombardeo, pero los Israelíes permitieron a la Cruz Roja Internacional entrar con dos generadores. Sin ellos el hospital no hubiera podido mantener los muertos en la morgue. Y como los soldados estaban todavía adentro del campo, tenían miedo de las epidemias, agrega uno de los enfermeros. La gran mayoría de los cuerpos que llegaron al hospital eran civiles, mujeres y niños. El jefe de la Media Luna Palestina fue asesinado en el segundo día de la invasión, otro médico murió como consecuencia de una explosión. Iba manejando su auto, transportando un tanque de oxígeno para el hospital. Un francotirador tiró sobre el tanque y el auto explotó. Murió lentamente, gritando socorro una hora entera, pero no nos animamos a salir a ayudarlo, los francotiradores nos tenían bajo la mira.

De las quincemil personas que vivían en el campo de Jenin casi cinco mil escaparon de la batalla, mujeres, niños, viejos. Están volviendo lentamente, a buscar entre las ruinas de sus casas lo que ha sido de sus familiares, están sentados en los escombros de lo que fueron sus casas. Trepamos escaleras que ya no llegan a ninguna parte, sólo dos paredes de la casa están en pie.

Una mujer anciana con un pañuelo blanco en la cabeza, vestida con el vestido tradicional árabe en un hermoso color ocre, nos llama en árabe y nos quiere contar su historia. Su casa está destruída, sus ollas y sartenes llenas de orín y de excrementos, los soldados rompieros armarios que todavía estaban sin pagar. No quiere que la fotografiemos, no se ha podido lavar en veinte días. Pero se deja convencer, miramos nuestras ropas polvorientas y sucias, ella está más limpia que nosotros. Nos invitan a compartir la comida, lo poco que hay, nos ofrecemos a colaborar, pero nos miran ofendidos. Dejamos cosas olvidadas en Jenin, para asegurarnos de volver, un reloj, lapiceras, cuentos, imágenes. Nos vamos, pero una parte de nosotros queda allí, en Jenin, que en árabe quiere decir el lugar de los hermosos jardines.


Ana Luisa Valdés, escritora
Cecilia Parsberg, artista visual